Pasarela de la Cava

Logroño

La Pasarela de La Cava es el resultado de un concurso propuesto por el Ayuntamiento de Logroño para conectar los barrios de La Cava y San Adrián en la capital riojana.

Dicha pasarela debía salvar la carretera N-232, principal vía de circunvalación de Logroño, y aún con ello, se logró integrar la pasarela perfectamente en el entorno, al diseñarse, en la margen de La Cava, unas serpenteantes rampas de acceso, y en San Adrián, una colina artificial con distintas rampas y escaleras insertadas en la misma.

La pasarela tiene una longitud de 89 m, con un vano principal, el que cruza la circunvalación de Logroño, cuya luz es de 61.2 m. Dicho vano tiene una singular solución estructural consistente en una viga asimétrica empotrada-apoyada, que se materializa mediante una malla de acero de doble curvatura, permitiendo el recorrido de las isostáticas a lo largo de las familias de cuadernas y diagonales, las cuales habilitan el flujo de fuerzas por caminos no tortuosos en su búsqueda final de reacción.

Allí, los apoyos triangulados reciben las cargas y las conducen al suelo a través de los elementos de hormigón que componen el pórtico final en el Sur y los pilares escondidos del Norte.

Se configura así una sección transversal cerrada y curva que genera un espacio, un volumen encerrado entre cuadernas y diagonales, que al ser acristalada genera una protección para los usuarios del ruido del tráfico y los disturbios, y de las condiciones meteorológicas.
Por su parte, las rampas adoptan diferentes soluciones en ambos extremos, con una colina artificial y diferentes caminos e inclinaciones en un extremo; y 2 serpenteantes rampas con el 5 y 12% de inclinación, y diferentes desarrollos en planta en el otro extremo. Estas rampas de integran perfectamente en el parque del barrio de La Cava.

El diseño resultante de la pasarela queda dentro de la buscada racionalidad estructural y funcionalidad aplicada al proceso de creación, pero a su vez, presenta una interpretación innovadora, adaptada y única.

El resultado es un conjunto integrado para resolver la ¨brecha¨ que la N-232 presenta, surgiendo un nuevo elemento urbano que por su concepto y dimensiones se convierte en nexo vertebrador que trasciende al mero cruce; pasando así a formar parte de la trama urbana y con ello posibilitando la relación entre barrios, la integración y prolongación de Logroño más allá de la carretera, permitiendo ignorar lo que bajo la pasarela sucede.