Puente de Hispanoamérica
Valladolid
Valladolid, antigua capital del Reino de España, es actualmente la sede del gobierno regional de Castilla y León. Al plantearse la construcción de una nueva ronda urbana, recibimos del Ayuntamiento de la ciudad el encargo para el proyecto del cruce del río Pisuerga, compromiso que contemplamos como una oportunidad para mejorar la calidad urbana de los barrios del sur de la capital vallisoletana.
La solución proyectada y construida fue un puente atirantado bastante singular, en el que destacan dos pórticos elevados de hormigón de aspecto triangular, que combinando un mástil comprimido y un tirante inclinado en tracción, al que llamamos vela, dan lugar a una cabeza de hormigón cuidadosamente diseñada de la que nace el abanico de tirantes que sustentan el tablero.
La organización del tablero, de 30 m de anchura, consiste en dos nervios de borde de hormigón de sección hueca y dispuestos a 25 m el uno del otro en sentido transversal, que dan apoyo a un conjunto de celosías transversales de acero espaciadas 9 m en sentido longitudinal, las cuales soportan un conjunto de vigas de acero longitudinales y, finalmente, una losa superior de hormigón de 18 cm de espesor.
El vano principal que cruza el río ofrece una luz de 120 m, mientras el vano lateral que conduce al contrapeso, tiene 36 m, resultando por tanto un puente atirantado asimétrico con el vano principal saltando el río Pisuerga.
La construcción del puente se llevó a cabo mediante avance en voladizo libre con carros móviles capaces de aceptar segmentos de viga de borde de 9 m de longitud, aprovechando para ello los pórticos de hormigón y el sistema de atirantamiento del puente. Los pórticos de hormigón confieren a este puente un gran sentido urbano, y en él, las velas pretensadas, concebidas para sustituir a los clásicos tirantes de retenida, reducen gracias a su mayor rigidez axial el máximo momento flector que la sobrecarga induce en el vano principal a cerca de la quinta parte del que existiría con tirantes de retenida normales. Así, la mayor dificultad que supone la construcción de estas impresionantes piezas de hormigón queda en parte compensada por el mejor comportamiento estático de la estructura.
Los pórticos de hormigón constituyen verdaderas esculturas que marcan la entrada a los barrios urbanos del sur de Valladolid, creando el puente un espacio arquitectónico que es claramente percibido por el usuario. Las bandas laterales de la plataforma del tablero incluyen una pista para ciclistas y una acera peatonal, separadas por una banda pavimentada con adoquines de la que nacen los cables de atirantamiento y donde se disponen las lámparas de iluminación.
Este puente se ha convertido en un hito urbano, en el que existen ángulos con vistas especialmente sorprendentes en las zonas que conectan la vela, el vano lateral y el contrapeso; una obra pública que trata de aproximarse a la idea de que las estructuras de hormigón, sobre todo urbanas, deberían de tener una mínima aspiración a convertirse en arte útil.
